lunes, 7 de agosto de 2017

Retractaciones, retractaciones y más retractaciones


La ciencia se está muriendo. El sistema científico montado actualmente no funciona y eso es algo de lo que ya hemos hablado en infinidad de ocasiones. Hoy vuelve a salir a colación por los recientes descubrimientos, por parte de la Todai, de la manipulación de imágenes en las que se vio envuelto Yoshinori Watanabe y su grupo, en varias de sus más importantes publicaciones.
Según parece editaron imágenes que apoyaban sus resultados para que, de esta forma, les aceptasen más fácilmente los artículos en estas revistas. Y la editorial de turno, así como los revisores, se lo tragaron a pies juntillas, al fin y al cabo "era una eminencia del campo".
Y es que las "eminencias" están acabando con el poco rigor de la ciencia actual. ¿Qué ocurre cuando se retractan investigaciones "tan importantes" con los artículos que se han visto afectados por ese grupo o por los artículos retractados? Si envías un artículo a una revista que va en contra de las eminencias del campo, directamente es rechazado. Con más razón cuando, además, miembros del grupo "tramposo" tienen capacidad de decisión al ser parte del proceso de revisión.



Y no solo eso, ¿qué ocurre con aquellos artículos que han forzado sus resultados porque no cuadraban con lo anteriormente publicado pero aún así querían, o necesitaban, ver su trabajo en revistas para poder seguir teniendo dinero con el que hacer su trabajo? ¿Cuántas investigaciones se han parado por no cuadrar con la bibliografía existente que, en realidad, era falsa?
La pregunta más importante es ¿cómo paramos esto? La lógica nos dice que con auditores independientes dedicados en exclusiva a comprobar cada uno de los datos de los artículos, papers anónimos en el proceso de revisión cuyos autores no puedan influir en la opinión de la propia revisión, separando un poco más la obtención de fondos de lo prolífico del grupo, valorando de alguna manera la calidad del trabajo y no solo el peso de lo publicado. Pero lo más importante es que debe reinar la duda absoluta ante todo lo publicado. Es cierto que eso hace que la ciencia avance más lentamente, pero también lo hace de forma segura y siempre en una dirección correcta. Ahora mismo, y como ya he dicho en otras ocasiones, la ciencia avanza "a pesar" de lo publicado y lo investigado. 
Se ha engañado mucho al sistema con la creencia de que "si has llegado a ser una eminencia es que eres bueno", ya se está el sistema dando de bruces con que eso no es así. Si has llegado es porque has sabido jugar con las editoriales, no porque tu trabajo sea o deje de ser muy bueno. Una vez arriba tienes el poder de anular aquello que te haga sombra y eso, como bien comprobamos en España, es la forma perfecta de que los inútiles tiranicen la sociedad. ¿O acaso no nos gobierna un presidente... cuestionable?
Naturalmente, viendo lo que está ocurriendo, surge una gran pregunta, si esto se ve en las publicaciones "grandes" ¿qué no estará ocurriendo en las pequeñas? En las que te escriben para que les envíes artículos porque necesitan crecer. ¿Cuál será el nivel de real de ponzoña publicada? ¿Quién se preocupa de poner a prueba lo escrito en revistas de un 2.4 de impacto? ¿Y de un 0.85? O de un 8, lo mismo da. Dado el seguimiento mediático tienen Nature y Science, es posible que sean las más sensibles a fraudes a gran escala ya que solo aceptan aquellas investigaciones casi de ciencia ficción, pero al final la necesidad de publicar impera y si las grandes se comen bulos, que no se tragarán las pequeñas. Eso si, todo más "creíble" porque, al fin y al cabo ¿para qué inventarte unos datos, o forzar unas conclusiones, si lo vas a colocar ahí? ¿no?

Cuando estos escándalos han ocurrido en Japón, en otras ocasiones, quienes los han protagonizado han llegado incluso al suicidio por la deshonra que supone. No se si Watanabe llegará o no a ese extremo, lo que es seguro es que, con un fraude tan bien documentado perderá su trabajo. Algo que ocurre en la mayoría de los centros del mundo. En España, el caso más claro nos lo encontramos con Susana González, a la que, día tras día, le siguen retractando papers. Y digo "le siguen" porque ella sigue "sin poder ser contactada" por las revistas. Eso si, ella seguirá en el sistema científico público español ya que consiguió una plaza basada, precisamente, en esas investigaciones que ahora se retiran. ¿Es lógico algo así?
En fin, más allá de lo económico el problema sigue siendo el grave daño causado a la ciencia en su conjunto. Se supone que habría que tirar del hilo y seguir revisando hacia delante todos los artículos basados en otros retractados pero ¿cuántos sobrevivirían? ¿Qué más tiene que ocurrir para renovar el sistema? Con la cantidad de estudios clínicos que se han demostrado mal realizados, que afectan directamente a la salud de las personas ¿se tiene que declarar un grave caso de seguridad sanitaria para que nos lo tomemos en serio?

Quiero terminar con un mensaje de respeto hacia toda esa gente que si que se toma la ciencia en serio. De la misma forma que los deportistas que recurren al dopping no son la norma, hay eminencias reales que merecen el más absoluto de los respetos. Gente que prefiere estar seguro de sus resultados antes de publicarlos. Lo triste del asunto es que, por el reparto actual de fondos y los baches a los que se enfrentan día a día, estos buenos científicos suelen durar poco. Pero existen, hacen ciencia rigurosa y debe reconocerse su valía y valentía por seguir aquí, impulsando los límites del conocimiento.

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